Por Terry McSween y Christopher Stubenberg, Quality Safety Edge International
Definir los valores, la misión y la visión, es una labor importante de los líderes de una organización y es el enfoque necesario para los esfuerzos del grupo, no obstante, ese paso es sólo el inicio en el proceso a la excelencia. Según Aubrey Daniels, especialista en Gestión del Desempeño, el sólo articular estos tres aspectos puede tener poco impacto en los comportamientos de un organismo. Hay que crear y sostener un ambiente que produzca conductas que concuerden con los valores de la entidad.
Una empresa puede manifestar que la comunicación abierta es un valor corporativo. ¡Muy bien! Pero si las consecuencias para un empleado al hablar francamente a un supervisor, no son positivas, éste evitará expresar lo que piensa o peor aún, dirá sólo lo que el inspector quiere escuchar. El antecedente o la oportunidad no producen el comportamiento/hábito deseado, mientras que la consecuencia, dicta la conducta futura de una persona. Se puede aplicar este ejemplo en casi todos los aspectos de una organización, tales como calidad, producción, desempeño, salud, seguridad, cumplimiento, lealtad, honestidad, etc. En este caso, es importante resaltar que además de declarar los valores de la organización, se necesita un sistema diseñado e implementado con el fin de reforzar las conductas que la compañía desea.